Post by piratazul9Pues si el TIFON helenico es el dios de la sequedad, no parece que tenga que
ver con los huracanes o ciclones.
Me quedo con la explicacion de Schmidt.
Es mas acertada que la de la RAE el DRAE y ANEXOS.
Por otra parte, deseo fervientemente que a Gurriato le llegue un huracan de
creatividad que le haga disminuir el "copy-paste" de Internet y sus ya
fastidiosas citas del DRAE.
Estamos en espera del verdadero Gurrias.
Salud y curvas, Paco.
El copypaste du jour te va a gustar: Trata de una corrida (con toros
mejicanos) en Shangai. Lo he tomado del ABC de hoy. Me ha llamado la
atención que el varilarguero se llamaba "Anderson" de nombre. La fiesta
brava ya no es lo que era.
China se enfunda con éxito el traje de luces
Shanghai. DÉBORA SERFATY / ROSARIO PÉREZ.
Shanghai acogió ayer con entusiasmo la primera corrida de toros del Imperio
Celeste. Aunque no se estoquearon los toros, los chinos se maravillaron en
la suerte de varas y en banderillas. Entre vítores, sacaron a hombros a los
toreros.
Se abrió el portón de cuadrillas y el ruedo fue una lluvia de flashes.
Numerosos medios de comunicación se concentraron en la plaza para presenciar
un espectáculo que había despertado gran expectación en China. El Imperio
Celeste acogía la primera corrida de toros de su historia. El brillo de los
ternos y las luces de las cámaras fotográficas transformaron en un arco iris
el Estadio de Atletismo de Shanghai, que registró tres cuartos de entrada
(más de 10.000 personas).
El público observaba fascinado el colorido de los trajes de torear y los
capotes de paseo de los hombres de oro y plata. «¡Oooh!», exclamaban desde
los tendidos entre un continuo runrún y algunas risas. Finalmente no fue una
corrida puramente española. Varias protestas en contra de la celebración de
la «doù niú» (corrida de toros), que curiosamente llegaban de fuera de las
fronteras chinas, hicieron que las autoridades locales sugirieran que «la
muerte del toro se dejara para otra ocasión». También se decidió que sólo se
lidiasen tres astados -que fueron incinerados-, para comprobar la reacción
del público. Dado el éxito, hoy se torearán otros tantos.
Entre oles y bramidos
La orquesta de la Ópera de Shanghai y un espectáculo flamenco sirvieron de
prólogo para calentar los ánimos. Desvirgó el albero -de tierra pisada-
«Emperador», un toro negro entrepelao, de 485 kilos, perteneciente a la
divisa mexicana de La Soledad, propiedad de Mariano González. Surgieron los
gritos de susto y admiración. Y se acrecentaron con el primer puyazo de la
tarde.
La sangre emanó a borbotones y los shanghaineses se recrearon en la suerte.
El toro, que desarrolló complicaciones, estuvo a punto de tirar al caballo y
muchos locales esbozaron una sonrisa. Aquello les entusiasmó: sus caras eran
un verdadero poema. Luego, cuando José Ignacio Ramos agarró las banderillas,
las palmas brotaron con fuerza. La faena de muleta transcurrió entre
aplausos. Hubo espectadores que, cada vez que el matador remataba una serie,
agitaban sus pañuelos blancos. Hasta que un comentarista -que les explicaba
los distintos compases de la lidia- les indicó que los pañuelos se
reservaban para el final de la obra, y sólo si les gustaba. Y vaya si les
agradó: cuando el espada simuló la suerte suprema la plaza se tornó blanca.
Entre los asistentes, también se dejaron ver numerosos aficionados
españoles. Antonio Estrada, un sevillano de viaje de negocios en la ciudad
oriental, comentó: «Resulta extraño que la gente saque el pañuelo al picador
y diga ole en banderillas».
Apareció el berrendo segundo, «Embajador» de nombre, y las cámaras apuntaron
para captar su preciosa lámina. Cuando el varilarguero, Anderson Murillo,
clavó la puya, los tendidos echaron chispas, al igual que en el desplante de
hinojos de Guillermo Albán y en unas manoletinas. Ya con el ambiente
caldeado al máximo, el más joven del cartel, Iván García, se llevó todos los
plácemes. Le correspondió el ejemplar de mejor condición. «Buda», de 535
kilos, permitió que el madrileño se luciera. Pero hete aquí que al burel le
dio por mugir y los espectadores disfrutaron como niños imitando el bramido.
«Este toro parece un tigre», apuntó el locutor, y todos estallaron en
carcajadas.
Los tres matadores pasearon el anillo al término de sus faenas, entre los
vítores del respetable. Ramos, Albán y García abandonaron el coso por la
puerta grande, a hombros de «aficionados» shanghaineses. La gente se agolpó
a la salida en busca de una imagen junto a sus nuevos héroes. Todos alababan
su valor; algunos también apreciaron el arte. Aquello ha tenido tanta
repercusión que otras ciudades chinas, como Wuha, Cantón y Chengdú, se han
interesado ya por el espectáculo. La Fiesta de los Toros ha dado un paso
importante para conquistar la Tierra de los Dragones.